Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas de agosto, 2005

1. Unión de Renacimiento y Edad Media

El arte plateresco es ante todo un arte arquitectónico español. Se da en las edificaciones, pero no en otras manifestaciones artísticas relevantes como la música o la literatura. También, el plateresco es ante todo, una arquitectura de estado: es decir es un elemento ideológico de los reyes católicos, y parcialmente, de Carlos V y Felipe II. Camón Aznar lo define así: “Tras este complejo estilístico, en el que confluyen todos los ideales hispánicos de la Baja Edad Media, es natural que nuestro Renacimiento adquiera modalidades absolutamente na­cionales. Tras este goticismo exasperado, sin tránsito cronológico apreciable, nuestros arqui­tectos se asimilan el Renacimiento. Y este movimiento de raíz clásica nace en el regazo del estilo más atrozmente distinto que haya podido existir en la historia del arte. Las mismas manos que tallaban las picudas floraciones, los animales vivos, la fauna y la flora más selvosas y montaraces, acarician después la superficie de los temas renacientes con

2. La llegada del Plateresco a América

Junto con las naves de Colón arriba al Nuevo Mundo el arte plateresco; afirma Camón Aznar: “Ya en su segundo viaje llevó Colón al aparejador Zafra. En 1510 embarcan en la nave Santiago, para La Española (Santo Domingo) los maestros canteros Juan de Herrera y Ortuño de Bretendón y varios oficiales obreros. El maestro de la catedral de Sevilla, Alonso Rodríguez, en 1510 se compromete a dirigir las obras que hagan los obreros antedichos”. No obstante el plateresco, a pesar de su difusión por América tuvo un terrible enemigo: el barroco: en el siglo XVII y XVIII la riqueza y el poder de los colonos españoles les permite construir un sinnúmero de edificios barrocos sobre las ruinas de muchos edificios platerescos. Pocos habrán de sobrevivir, la mayoría, como en España, mezclados con otras formas arquitectónicas. De todos esos esfuerzos del renacimiento español se conservan, entre unos pocos en América, los primeros conventos de los monjes agustinos en México. (Fachada del convento de Ocu

3. Tres fuentes y tres partes integrantes del plateresco

El arte plateresco no fue un orden arquitectónico, sino un arte decorativo. Conformó la primera etapa del renacimiento español y fue, sobre todo, el arte ideológico de la creciente monarquía de los Reyes Católicos y buena parte del reinado de Carlos V. Éste, como sus abuleos los Reyes Católicos, también impulsó al plateresco como un arte de estado. Son tres fuentes y tres partes integrantes del plateresco: la sobriedad del románico, la monumentalidad de las ojivas y los arcos quebrados del gótico y el clasicismo renacentista italiano. (Arquería plateresca de influjo renacentista italiano en el portal del convento de Actopan)

4. El plateresco y los agustinos

Son múltiples los edificios de México que tienen algún influjo del plateresco: la catedral metropolitana en la ciudad de México, la catedral de Puebla, La catedral de Mérida, la casa de Montejo en Mérida, el convento franciscano de Tepeapulco en Puebla, el convento dominico en Yanhuitlán, Oaxaca. Pero todos ellos son como fragmentos sueltos de un rompecabezas: están dispersos y no es fácil encontrarles la forma; no obstante esto, los conventos agustinos del siglo XVI conservan una gran unidad arquitectónica en torno al plateresco. Parece que esta veintena de conventos se hubieran propuesto (y es muy probable que los frailes constructores se lo propusieron) aplicar al pie de la letra los principios ideológicos de los Reyes Católicos y de Carlos V: es decir que los agustinos hicieron una estética de estado al construir sus primeros conjuntos conventuales con esa misma unidad temática, estructural, arquitectónica y estilística. La semejanza entre ellos es mucha; he aquí algunos element

5. Lo Gótico dentro de lo plateresco

Como característica, la más destacada de nuestro plateresco, hay que consignar la permanen­cia de la estructura gótica en la mayor parte de los monumentos, singularmente en los templos. El elemento invariable en nuestros edificios religiosos platerescos es la bóveda gótica de crucería. Es­tas bóvedas adquieren formas muy diversas. Generalmente se continúa en ellas la normal evo­lución de la crucería flamígera hacia dibujos más y más compli­cados. El tema de estrella se pres­ta a tales fantasías en la lineación de las nervaturas, que pocas ve­ces encontramos repetido el mis­mo modelo. Esta riqueza de flexio­nes en los nervios que conforma estas bóvedas estrelladas les obli­ga, como es natural, a perder su carácter estructural y a ser tratados como elementos decorativos. Y así, el costillaje de estos resaltos se organiza en caprichosas curvas y contracurvas, olvidando lo funcional por lo ornamental. (Bóveda del sotocoro de la iglesia de Yecapixtla, con su hermosa nervadura gótica flamí

6. Los agustinos en México

Los frailes agustinos (mendicantes como los franciscanos y los dominicos; a diferencia de los jerónimos y los mercedarios) llegaron a México en 1533; eran siete monjes encabezados por fray Francisco de la Cruz, infatigable padre prior. Tarde llegaron al reparto del botín de la evangelización de los indios, y eso les dificultó el inició; pero siempre les quedó mala fama. Tarde, porque en los doce años que habían pasado entre el fin de la conquista y la llegada de éstos, los franciscanos y los dominicos no querían compartir con ellos la gloria de llevar su fe religiosa a los indios, mala fama de que esclavizaban a sus indios para construir tan soberbios conjuntos arquitectónicos. ( Segundo cuerpo de la fachada del templo de San Agustín en la ciudad de México: los siete primeros misioneros se arrodillan ante su padre de Hipona. Este conjunto conventual no es el original, que se quemó poco después de ser concluido y se reconstruyó con la actual forma en que le conocemos, y que no es de e

7. Los balaustras platerescos

Así, la columna en todas sus aplicaciones decorativas se la deforma al convertirla en balaust re, con un complicado perfil de candelero. Y en las constructivas se las dota de un nudo central ornamentado. El pilar también pierde su severidad antigua al llenarse de grutescos y concebirse como un elemento decorativo. El modelo de balaustre plateresco fue definido por el libro Medidas del romano de Diego de Sagredo y publicado en Toledo en 1526. El libro fue muy popular y se reeditó varias veces, todo parece indicar que los padres agustinos poseyeron algún ejemplar de él. En estos balaustres (columnas) de cuerpos mixtos; normalmente el capitel era de orden corintio, la primera parte del fuste era liso o estriado, la segunda decorado con motivos florales, la tercera con estrías oblicuas, imitando las columnas salomónicas, la cuarta aparentaba un copón y finalmente podía haber hasta una quinta o sexta parte. Tales balaustres tan decorados parecían más trabajo de plateros que de lapidarios, d

8. Las primera construcciones agustinas

En 1533 los siete agustinos fueron enviados a Ocuituco (hoy en el estado de Morelos) para que evangelizaran a los indígenas que allá había. Se les prohibió terminantemente fundar convento en la ciudad de México. Quien dirigía estas maniobras era el arzobispo de México: Fray Juan de Zumárraga, que fue directamente afectado, primero porque él era franciscano y veía recortada su cuota de poder; segundo porque Ocuituco era encomienda de su propiedad y los dineros que ésta le producía, pensaba destinarlos para construir un hospital en la ciudad de México, proyecto arquitectónico y humanístico que sólo los grandes de España podían hacer. Así que el franciscano desterró a los agustinos acusándolos de crueldad con los indios por ponerlos a trabajar en obras arquitectónicas tan suntuosas. Esto no era verdad, Ocuituco siempre fue un convento modesto. Fugitivos en Totolapan (a sólo unos kilómetros) fundan de nuevo un convento (también muy modesto). La orden que no obedecieron es la de irse de la

9. Verticalidad del Plateresco.

No hay tampoco en nuestro Renacimiento un sentido espacial, de temática horizontal como en los monumentos clásicos. Los interiores, sobre todo de edificios religiosos, se con­ciben con fuerte tendencia a la verticalidad que se acentúa en los cruceros, exaltada por la estructura de las bóvedas góticas. Faltan en nuestro arte renacentista —con la excepción de edificios no exentos— arquitecturas de tipo central, con la cúpula como generadora del sistema constructivo de cruz griega, tan frecuente en el Renacimiento italiano. (Fachada de la capilla abierta en primer término, fachada de la iglesia y atrás, una torre campanario muy esbelta, en el conjunto arquitectónico de Atlatlauhcan)

10. Distribución y fundaciones iniciales de los agustinos

“Durante este periodo la orden marcó sus tres líneas de penetración bási­ca sobre el territorio novohispano: hacia el sur, el norte y el poniente. Con un reducido número de religiosos se hicieron en esta época trece funda­ciones, la mayoría de ellas en las zonas más inhóspitas del Arzobispado de México y del Obispado de Tlaxcala -Puebla. La penetración hacia el sur. con sus extremos en Tlapa y Chilapa, y hacia el norte, con la árida región de los otomíes y la abrupta Sierra Alta —entrada de la Huasteca—, fue ci­mentada en ese tiempo por religiosos que los cronistas nos describen reali­zando hazañas casi míticas, propias de una Edad Dorada. La escasez de frailes en los primeros años propició la existencia de misioneros itinerantes que recorrían solos grandes distancias en zonas inhóspitas y cuya labor consistía en congregar a los indígenas en pueblos y administrarles el bautis­mo. En esta época se fundaron pocos conventos y cada uno estaba encarga­do de extensas zonas que eran administ

11. Los grutescos a la grisalla

También distingue al plateresco el uso constante y reiterado de grutescos (figuras zoomórficas caprichosas entrelazadas con plantas). La base temática de la decoración plateresca radica en estas pinturas o figuras talladas en la piedra, que al llegar a España pierden su simple calidad ornamental y se cargan de cabezas heroicas y torsos dragonteos, tallados con una fuerte vitalidad. Los simples temas itálicos aquí se dramatizan y complican en formaciones fantásticas. Los bucranios, cartelas, cestas, arreos militares, balaustres, carátulas, niños, tritones, arpías, candeleros, hipocam­pos, tallos, cabezas sufrientes, ángeles, trasgos, se enlazan entre sí sin más módulo que el de una conexión y fluencia de vital potencia. (Cenefa del corredor del claustro del convento de Malinalco, pintada a la grisalla; como se puede ver el pez, al llegar a su cola se resuelve en planta)

12. Direcciones que tomaron los agustinos para realizar su evangelización

Desde los primeros años quedó delineada su expansión hacia tres direc­ciones, que fueron, por orden cronológico: a) Avance meridional; se dio hacía la extremidad oriental del actual es­tado de Guerrero, unida a México a través del de Morelos y al suroeste del de Puebla. Al oriente limitaba con la misión dominica de Morelos y al po­niente con el grupo franciscano-dominico de Puebla y con las casas domi­nicas de la Míxteca. b) Avance septentrional; se dirigió hacia los otomíes del actual estado de Hidalgo y se contínuó hacia la Huasteca. En Hidalgo se entremetió en los dos grupos franciscanos de la zona (Tula-Tepetitlán y Cempoala - ­Tepeapulco); en la Huasteca se expandió sin restricciones. c) Avance occidental; lo forman una línea de casas en Michoacán entre dos grupos franciscanos. Se enlaza con la Ciudad de México mediante las casas de la región de Toluca. (Malinalco, Ocuilan y Chalma)7 La fundación de la misión del sur se inició a fines de 1533. Fray Francisco de la Cruz envió

13. Los grutescos labrados en cantera

La variedad de estos grutescos es infinita. Podemos afirmar que jamás el hombre ha sido ca paz de un alarde imaginativo tan descomunal como el que supone la creación de este mundo ornamental, abismal y mítico. Causaría verdadera estupefacción la forma­ción de un corpus de estas ornamentaciones platerescas donde veríamos desplegados los caprichos más inauditos. Estas formas en las que predominan los temas de bestiario se modelan y organizan dentro de los más gentiles cánones de la belleza clásica. Predo­mina en su expresión la preocupación patética. Y este patetismo lo vemos aflorar, sobre todo en el tema de la cabezas, que, colocadas en medallones, constituyen quizá el motivo más persistente de nuestro plateresco. Facies de hombre y de mujer en melancólicos escor­zos, en ansiedades de noble desconsuelo. El patetismo de esta decoración y sus efectos plásticos tan refinados eran sentidos con tal afición por los artistas de su tiempo, que don Felipe de Guevara. en sus Comentarios de la p

14. Segunda etapa expansiva de los conventos agustinos platerescos (1540-1572)

En 1540 ya se encontraban afianzadas las tres líneas de influencia agusti­na gracias a l as primeras fundaciones. Con esto se iniciaba una nueva época para la orden, la cual multiplicó sus conventos en forma extraordinaria a lo largo de todo el siglo. En el desarrollo de este fenómeno de expansión, podemos distinguir dos etapas sucesivas: en la primera (1540-1570), aumentaron los núcleos con­ventuales en pueblos de indios, reforzándose con nuevas erecciones las zo­nas ya ocupadas. Las fundaciones se reglamentaron teniendo en cuenta la organización interna de la orden y se iniciaron los primeros conflictos con los obispos a causa de esta expansión. En la segunda etapa (1570-1602), se reforzaron muchos de los factores surgidos anteriormente, aunque sur­gieron nuevos elementos como el gran crecimiento en el número de reli­giosos y el aumento de las fundaciones en las villas de españoles. Las fundaciones realizadas entre 1540 y 1570 respondieron a tres necesidades básicas: a) reforzar

15. La autonomía de las fachadas platerescas

Pero lo que da una fisonomía más singular a los monumentos renacientes españoles es la decoración de sus fachadas. Éstas no emergen sustancialmente de la entraña misma del monumento. No se justifican por la tectónica del edificio como en Italia. En el renacimiento italiano la decoración sirve para acentuar los elementos estructurales, precisando el vigor y lógica de su función y discriminando con nitidez los distintos elementos de estructura. En España, por el con­trario, la fachada se concibe como una entidad, dispuesta en muchos casos con independencia del elemento que decora. Algunas veces, como en la Universidad de Salamanca, se la con­cibe seccionada, aislada del monumento al que se adelanta, enfática, independizándose de su estructura. Heredando en esto la profusión ornamental del gótico de los Reyes Católicos, nuestro plateresco concibe las fachadas como una totalidad decorativa que cubre el paramento frontal del edificio. Sus temas decorativos se despliegan y repiten como un

16. Conventos rurales y conventos urbanos

El convento, núcleo de la organización monástica, era la base donde se verificaban cotidianamente los actos y las relaciones que daban existencia a una congregación, la cual, por su medio, se ponía en contacto con el res­to de la sociedad. Una clasificación, por tanto, deberá tener en cuenta es­tos dos factores de función interna y externa de la unidad conventual que, por otro lado, se influían mutuamente. A causa de la importancia de la labor misional y de la existencia en la so­ciedad de dos “repúblicas” bien diferenciadas, podemos hablar, en princi­pio, de dos tipos de conventos: aquéllos situados en pueblos de indios y los erigidos en villas de españoles. Esta clasificación está hecha con base en la relación comunidad-religiosa-sociedad relación que influía, como es lógico, en la estructuración interna del convento. En primer lugar, tenemos que señalar que, si bien la función externa del convento influía en su estructura, no siempre la determinaba. Es cierto que una casa rural —

17. Balaustres, columnas y capiteles

Así, la columna en todas sus aplicaciones decorativas se la deforma al convertirla en ba laustre, con un complicado perfil de candelero. Y en las constructivas –es decir, cuando la columna sirve para sostener la edificación y no para decorar la fachada-- se las dota de un nudo central ornamentado. El pilar también pierde su severidad antigua al llenarse de grutescos y concebirse como un elemento decorativo. Los capiteles (parte superior de las columnas) se complican y enmara­ñan. Pocas veces se emplean en su pureza los órdenes clásicos (dórico, jónico o corintio). Generalmente se introducen en ellos máscaras, carátulas de niños, tritones, cuerpos humanos desnudos, formándose fragantes y caprichosas composiciones. La escuela de Gil de Hontañón encuentra en la decoración de las cestas de los capiteles el principal campo para sus desmesuradas fantasías. Las capiteles de las columnas del claustro de Epazoyucan tienen claramente este tipo de remates platerescos. (Detalle de la arquería d

18. Vida en un convento agustino en tierra de indios

La vida de la comunidad se desenvolvía entre la práctica de la oración y la labor evangelizadora. El centro de la actividad dentro del convento era la ora­ción en común que se hacía varias veces al día en el coro: laudes, vísperas, completas y maitines. En un principio, las casas pequeñas tenían licencia para no llevar coro; su reducido número de miembros y el hecho de que la mayor parte del tiempo se dedicaran a la evangelización y a la administra­ción de las visitas, lo hacía imposible. Sin embargo, a medida que fue cre­ciendo la comunidad, se hizo obligatoria la oración comunitaria en todas las casas. Ésta era una de las bases de la observancia y no se podía excusar ya en ningún caso. Como consecuencia del afán reformador de algunos re­ligiosos, que veían que con la misión se enfriaba el cumplimiento de la regla que exigía el rezo en el coro, se comenzaron a dar algunas normas pa­ra evitarlo. En 1563, por ejemplo, las actas capitulares de Epazoyucan or­denaron que los religiosos no

19. La sobriedad, etapa final del plateresco

El garbo nacional de nuestro plateresco, sus inauditas originalidades, provienen de la ra­pidez en la adopción del temario renacentista, sin tiempo para su normal asimilación. Ape­nas si en la última década del siglo xv se encuentra alguna aparición renaciente. Pues bien, desde 1520 todas las construcciones —con excepción de las catedrales e iglesias de recuerdo gótico-- se conciben con supuestos renacentistas. Esta celeridad en la apasionada acepta­ción de los temas itálicos motivó su personal interpretación por cada uno de los arquitectos y la increíble variedad y fantasía en la elaboración de las arquitecturas renacientes. La decoración renaciente varía en España no sólo en sus formas, sino en sus ritmos y composición. Hasta 1540, y muy singularmente en las fachadas de la Universidad de Sala­manca y del Ayuntamiento de Sevilla, la ornamentación plateresca se desenvuelve con la tendencia a la cubrición total de los paramentos en un relieve no muy acusado, envolviendo pilastras, m

20. Los espacios que componían un conjunto conventual

Una edificación conventual del siglo xvi poseía varias dependencias. Las principales eran: la iglesia, generalmente de una nave y orientada de este a oeste, tenía un coro alto para los religiosos, baptisterio, confesiona­rios y presbiterio; el convento, adosado a la parte norte o sur de la iglesia (la inmensa mayoría al sur; uno de los pocos conventos situados al norte de la iglesia es el de Tlayacapan), tenía un portal, cubierto, a la entrada y un claustro central, en torno al cual, se distribuían las habitaciones destinadas a refectorio, cocina, sala capitular, biblioteca, celdas, etcétera, situadas en uno o dos pisos. Otras dependencias acce­sorias eran las caballerizas, el pajar y la huerta. Algunas veces también se encontraban adosados a la iglesia las construcciones del hospital y la es­cuela. El atrio, que se extendía frente a la puerta del templo, y que estaba rodeado generalmente de una muralla, tenía una infinidad de funciones: era cementerio, lugar de reunión para la doct

21. Bibliografía

La bibliografía consultada es muy amplia, sólo daré algunas referencias, las más importantes. a)José Camón Aznar, Summa artis , 5ª ed., Madrid, Espasa, 567 p. tomo VII b) Antonio Rubial García, El convento agustino y la sociedad novohispana (1533-1630), México, Unam, 1988, 343 pp Diego de Basalenque “Los agustinos, aquellos misioneros hacendados” [fragmento de la obra titulada Historia de la provincia de San Nicolás Tolentino de Michoacán del orden de NPS Agustín ], México, Conaculta, 1998, 277 p. Joaquín García Icazbalceta, “Los agustinos en México” en Obras , México, Salvador Chávez, s/f, tomo V Ricard Robert, La conquista espiritual de México. Ensayo sobre el apostolado y los métodos... México, Jus, 1947, 327 pp. Manuel Toussaint, Arte colonial en México , México, Unam, 1964, 346 pp. Elisa Vargas Lugo, Las portadas religiosas de México , Unam, 1969, 286 pp. (Pintura mural coloreada en una pilastra del claustro de Yecapixtla. En la mano, San Gregorio Magno (540-604) po